La reciente declaración del Sr. Gandía en el pleno extraordinario del pasado 22 de noviembre, afirmando que «uno es regidor siete días a la semana, cincuenta y dos semanas al año», abre un debate relevante sobre la responsabilidad y dedicación de quienes ocupan cargos públicos. Aunque su afirmación puede considerarse correcta en teoría, el contexto y las acciones de algunos líderes demuestran que la práctica no siempre acompaña al discurso.
El ejemplo más destacado es la actuación del Sr. Mazón, jefe del Sr. Gandía, durante la catástrofe natural más grave que ha afectado recientemente a la Comunidad Valenciana. En un momento crítico, donde se esperaba liderazgo y presencia, brilló por su ausencia. Peor aún, hasta la fecha, no ha ofrecido una explicación convincente. ¿Habrá tenido cobertura para enterarse de la frase del Sr. Gandía sobre las responsabilidades permanentes de un regidor? Es difícil creerlo. La falta de rendición de cuentas en momentos tan cruciales socava la confianza en quienes están al frente de la gestión pública.
Por otro lado, la crítica del Sr. Gandía hacia el Partido Socialista, acusándolo de falta de voluntad para trabajar, resulta paradójica. No se puede ignorar que la asistencia a plenos y comisiones por parte de los regidores de todos los partidos aun siendo obligatoria, en ocasiones depende de múltiples factores, como obligaciones laborales o familiares. Este detalle, aunque parece obvio, es utilizado con frecuencia como arma arrojadiza en el debate político.
Cabe recordar que ni siquiera los representantes del equipo de gobierno están exentos de ausencias. La Sra. Miralles, por ejemplo, no asistió a un pleno al encontrarse de vacaciones fuera del país, y el Sr. Calvo, en al menos dos ocasiones, abandonó las sesiones tras pasar lista, sin regresar. Si los regidores son, según el Sr. Gandía, responsables «los siete días de la semana», sería coherente que estas ausencias también fueran objeto de autocrítica. La exigencia de compromiso debe aplicarse con la misma firmeza tanto al gobierno como a la oposición.
La clave del problema no está en la disposición de los regidores a trabajar, sino en la gestión eficiente del equipo de gobierno. Como bien señaló la Sra. Morellà, si se hiciera un trabajo adecuado desde el principio, no sería necesario convocar tantos plenos extraordinarios. Estos, más que una herramienta de resolución, parecen haberse convertido en una estrategia para desgastar a la oposición y crear una narrativa de ineficacia que no se sostiene.
En definitiva, la política municipal no debería centrarse en reproches vacíos ni en discursos grandilocuentes. Los ciudadanos esperan resultados, no retóricas. Ser regidor, efectivamente, implica compromiso, pero también honestidad, autocrítica y eficiencia. Quizá sea momento de dejar las frases para el aplauso fácil y centrarse en lo que verdaderamente importa: gobernar con responsabilidad y dar respuesta a las necesidades reales de la ciudadanía.
José Manuel Atencia
Regidor i membre de l’executiva local del PSPV.