Article d’opinió | La soledad Marcela Barbé

La soledad en las personas mayores es un fenómeno cada vez más reconocido y preocupante, ya que produce efectos negativos tanto en la salud física como en la mental. Afecta especialmente a quienes viven solos, bien porque han perdido a sus parejas, o porque sus hijos trabajan y no pueden ocuparse de ellos. Muchos pasan el día en casa sin compañía o residen en centros alejados de sus familias.

La soledad no deseada puede provocar sentimientos de tristeza, ansiedad, depresión, deterioro cognitivo e incluso enfermedades, especialmente cardiovasculares.

Para prevenir y combatirla, es fundamental mantener el contacto con familiares, amigos y vecinos. También es muy beneficioso participar en actividades sociales y culturales, así como buscar nuevas oportunidades de socialización. Practicar ejercicio físico —como pasear, hacer yoga o asistir a grupos de gimnasia— contribuye al bienestar físico y emocional. Del mismo modo, disfrutar de aficiones como leer, escuchar música, viajar o formar parte de grupos de interés ayuda a mantener la mente activa y a sentirse acompañado.

Afortunadamente, en nuestra ciudad disponemos de espacios de ocio donde relacionarnos con personas de edades similares. Ya comenté en mi artículo de la semana pasada las múltiples actividades que se realizan a diario en el Centro de la Tercera Edad y en el Club de la Vida. Estos espacios ofrecen talleres de baile, juegos de mesa, macramé, pintura, lectura, gimnasia, karaoke, entre otros, que contribuyen a mitigar la soledad.

También contamos con la Asociación de Amas de Casa, que se reúne semanalmente para participar en charlas, talleres y actividades donde comparten ideas y experiencias.

Por todo ello, invito a nuestros mayores a no quedarse recluidos en casa. Participar en estas iniciativas les permitirá relacionarse, mantenerse activos y no caer en la trampa de la soledad no deseada